Estos profesionales transitan por terrenos naturales, irregulares y frecuentemente escarpados, pedregosos y con broza, lo que dificulta la marcha y supone un sobresfuerzo continuo para los pies que acaba por causar molestias. Además, estas condiciones contribuyen a deteriorar más rápidamente el calzado con la consiguiente pérdida de sus propiedades técnicas de aislamiento y protección.
La climatología suele ser muy variada, incluyendo nieve, lluvia, temperaturas severas. Todas estas condiciones redundan en la aparición de molestias como la sudoración excesiva, los hongos o las rozaduras
Además de las recomendaciones generales, este ámbito laboral reúne determinadas características específicas que deben ser tenidas en cuenta a la hora de seleccionar el calzado:
- Un correcto ajuste del calzado evitará el movimiento del pie dentro del zapato, sobre todo al caminar por terrenos irregulares o en pendiente.
- La bota de media caña proporciona protección y sujeción al pie y al tobillo.
- El corte y la suela no deben ser excesivamente rígidos para su adaptación a los
movimientos del pie. - Se recomienda que existan dos calzados diferentes, uno de verano o para zonas
cálidas y otro de invierno o para zonas frías. - Es recomendable que el calzado incorpore elementos de protección en la suela que
la hagan antiperforante e ignífuga. - La suela debe tener buena adherencia sobre terrenos naturales además de contar con un relieve que impida la adhesión de piedras, tierra o barro por lo que conviene evitar huecos profundos u orificios cerrados.
- Si la plantilla es extraíble podrá reemplazarse cuando se desgaste o deteriore.
Fuente: Guía de recomendaciones para la selección de calzado laboral ergonómico. IBV.