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Tuesday, 19 September 2017 11:30

Responsabilidad social ante la diversidad generacional

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La sociedad del bienestar y, por tanto, las organizaciones, se enfrentan al reto de la diversidad generacional de los trabajadores, lo que exige a directivos y empresarios asumir los desafíos que entraña el envejecimiento de la población activa y gestionarlos, adoptando un enfoque basado en el “ciclo de vida” del trabajador. Las conclusiones del proyecto de la Agencia Europea para la Seguridad y la Salud en el Trabajo (AESST) “Trabajos saludables para cada edad” resaltan la importancia de adoptar este tipo de enfoque: resulta clave aplicar una mejor prevención para todos a fin de garantizar un envejecimiento saludable y una vida laboral sostenible, así como implementar una evaluación de riesgos que contemple la diversidad, adaptando el trabajo a las necesidades individuales de los empleados.

Para promover estos planteamientos, la AESST difunde casos prácticos de éxito. Por ejemplo, la empresa Anton Plenkers, dedicada a la instalación de tejados en Alemania, ha llevado a cabo una iniciativa para prevenir y reducir trastornos músculo-esqueléticos y retener a los trabajadores de mayor edad, incorporando dispositivos (elevadores portátiles, carretillas de mano, rodilleras, etc.) y realizando modificaciones en la organización del trabajo, capacitando a algunos trabajadores para la realización de tareas de oficina (de menor exigencia física). Otro caso lo protagoniza la empresa austríaca Zumtobel Group, fabricante de sistemas de iluminación, que introdujo mejoras (adaptaciones ergonómicas de los puestos de trabajo, bicicletas eléctricas a disposición de los trabajadores, formación en hábitos saludables, protocolos de gestión de la reincorporación tras bajas de larga duración, etc.) para mantener la capacidad física de sus empleados mayores y su deseo de continuar formando parte de la empresa.

Lamentablemente, estos ejemplos no son representativos de las organizaciones actuales, por lo que cabe animar a las Administraciones Públicas a estimular que los centros de trabajo contribuyan a la salud de sus empleados y los preparen para una jubilación activa y satisfactoria. El planteamiento, además de aportar “salario emocional” a los trabajadores, es un claro ejercicio de responsabilidad social, aportando bienestar en los últimos años de vida laboral de las personas y orientaciones saludables ante una nueva etapa en la que la pérdida de actividad y el azoramiento conducen, con demasiada frecuencia, a una decadencia acelerada, con unos costes personales y sociales insostenibles ante el proceso de envejecimiento de la población de los países desarrollados.

 

 



Artículo de opinión escrito por Javier Sánchez;
director del IBV publicado en el
Diario Levante, el domingo 10/09/17

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