China cuenta con el ejército más numeroso del mundo y dispone de armas nucleares, sin olvidar que es miembro permanente del Consejo de Seguridad de la ONU, lo que refuerza su influencia diplomática. Sus puntos fuertes son numerosos y su economía experimenta uno de los crecimientos anuales sostenidos mayores del mundo (6,7% en 2016).
La llegada de Trump a la presidencia de EE.UU. y sus planteamientos proteccionistas parecen dejar paso al liderazgo global de China. En una especie de “mundo al revés”, el presidente chino Xi Jinping se presentó en Davos como campeón del libre comercio y la globalización, mostrando una China dispuesta a asumir, sin haberlo buscado, la responsabilidad de liderar el mundo.
Sin embargo, sus dirigentes dudan sobre la capacidad del país para ejercer como superpotencia mundial. Según el Plan Estratégico 2017-2027 para China del Programa Mundial de Alimentos (ONU), pese a sus importantes progresos en reducción del hambre y la malnutrición, 150,8 millones de personas siguen padeciendo subalimentación y persisten las dificultades para reducir la pobreza residual y las desigualdades. Una deuda total del 255% en relación al PIB socava la fortaleza financiera del país, con tasas de crecimiento a la baja y debilidades del mercado bursátil y del Yuan. China continuaría en vías de desarrollo, lejos aún de EE.UU., única verdadera superpotencia mundial para los ciudadanos chinos.
Otros problemas a afrontar, como superpotencia emergente, son posibles desórdenes sociales masivos, una corrupción extendida, carencias de su sistema de seguridad social, recursos energéticos propios insuficientes y movimientos migratorios masivos del campo a las ciudades. En cambio, el nivel tecnológico de China y su capacidad de I+D+i han progresado significativamente, superando la dependencia de la implantación de empresas tecnológicas extranjeras.
Como China, también India podría transformarse en una superpotencia del siglo XXI. India es la segunda nación del mundo en población (más de 1.340 millones), dispone de armas nucleares y tiene una economía muy activa (crecimiento del 7,9% en 2016), lo que la sitúa en un lugar destacado, con fortalezas en las tecnologías de la información y debilidades en infraestructuras.
Con todo, no es previsible que EEUU ceda a medio plazo su hegemonía, por su gran influencia cultural y un “American Way of Life” que es referencia en todo el planeta. El valor reconocido a los bienes y servicios que circulen por el mercado de EEUU, al igual que por los mercados de la UE, seguirá siendo señal y garantía para alcanzar el éxito global.
Artículo de opinión escrito por Javier Sánchez;
director del IBV publicado en el
Diario Levante, el domingo 09/07/17