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Friday, 08 March 2019 11:35

Polvo inteligente

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Imaginemos un mundo con dispositivos microelectromecánicos diminutos con sensores, cámaras y mecanismos de transmisión de datos, que configuran nubes de “polvo inteligente”. Pueden implementarse en cualquier entorno (natural o urbano), evaluando todo tipo de parámetros físicos y facilitando la supervisión y el control con datos precisos y en tiempo real.

Este concepto surgió hacia 1990 en EE.UU., con fines militares. Se buscaba crear un enjambre de elementos microelectromecánicos para medir variables del entorno a su alcance, integrarlo en vehículos blindados y adelantarse a posibles asedios militares. Pronto se observó el importante valor comercial que podía tener en otras áreas.

Hoy en día algunas empresas, con EE.UU. a la cabeza, desarrollan este concepto y cuentan con prototipos y productos mínimamente viables. IBM planea construir el ordenador más pequeño del mundo (1x1 mm), del tamaño de un grano de sal. Poseerá una célula fotovoltaica, un LED de comunicaciones, un sensor de imágenes y un procesador equivalente al de un PC de los años 90. Permitirá identificar, registrar en la nube y rastrear objetos de forma inequívoca, actuando cientos de ellos en un mismo entorno.

Hitachi desarrolla desde 2001 el chip de identificación por radiofrecuencia (RFID) más pequeño del mundo (0,15x0,15 mm), con función GPS y alcance de 180 metros. Permitirá localizar dinero o artículos extraviados o robados, monitorizar stocks en tiempo real y mejorar la información sobre los hábitos de compra de los consumidores.

Hewlett Packard trabaja en un “Sistema Nervioso Central para la Tierra” (CeNSE), que prevé implantar millones de nanosensores en edificios, carreteras, medios de transporte o instalaciones industriales en beneficio de la salud pública y la seguridad. Entre sus aplicaciones, permitirá detectar contaminación en alimentos, agua o aire, "oler" una fuga de gas; controlar la velocidad y el volumen del tráfico de una autopista; advertir del desgaste en un puente o rastrear la propagación del virus de la gripe.

Científicos suizos han diseñado microrrobots elásticos biocompatibles a base de nanocompuestos de hidrogel, inspirados en las bacterias. Son capaces de viajar por los vasos sanguíneos, optimizando sus movimientos para llegar a áreas del organismo humano difícilmente accesibles. Poseen partículas magnéticas, lo que permite dirigirlos y, eventualmente, administrar compuestos farmacológicos con total precisión. También en el ámbito médico, investigadores de la Universidad de California publicaron un artículo sobre el “polvo neural”, capaz de desplegarse en el cerebro humano para proporcionar información sobre su funcionalidad.

Naturalmente, han surgido detractores que consideran estos avances potencialmente peligrosos, pues pueden introducirse en cualquier lugar sin ser vistos, recopilando datos de forma imperceptible y amenazando la salud y la seguridad de las personas. En todo caso, el polvo inteligente puede ser una realidad y cambiar nuestras vidas en los próximos años, aunque ni siquiera “podremos verlo”.

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